domingo, 24 de julio de 2011
Amy Winehouse, entre ángeles y demonios
Terminó con una imagen bastante lamentable, como si a los 27 años fuese imposible ganarle la batalla a los demonios: Amy Winehouse se despidió temprano de este mundo.
Fue ayer que circuló la triste noticia en un comunicado de la Policía Metropolitana de Londres. Se apagaba una de las voces más prometedoras del soul y los blues del siglo XXI. Una británica en el punto de pisarle los talones a Billie Holiday.
No fue el año 2011 de buen augurio para su carrera y su vida en general. La pesadilla del alcohol y la droga parecía perseguirla, como una maldición diseñada para acabar con su talento musical. El 18 de junio en Belgrado protagonizó un concierto desastroso.
Con problemas para recordar las letras de sus propias canciones y hasta el nombre de sus propios músicos, llegó a caerse en el escenario. Casi seguro borracha, porque aparentemente un tratamiento médico la alejaba de los narcóticos.
Decían que en sus momentos de lucidez, actuaba como un genio del pentagrama. Componía, preparaba sus propios arreglos y no permitía que sus melodías terminaran en formato de CD hasta tanto ella no trabajara en el proceso de edición.
Tenía rostro pícaro pero de una viveza rayando en la ingenuidad. Un alma perdida, como dijo Lyly Allen, después de afirmar: "triste ver tanto talento desaparecer del mundo".
Bebía incesantemente vodka, a veces ginebra, en ambos casos ligados con todo tipo de drogas.
You know iÂm not good (Sabes que no soy Buena) es el título de una de sus canciones más exitosas. "Mis letras son como la vida misma, con alegrías y tristezas, pero sobre todo, con mucha franqueza", repetía con frecuencia.
Nacida el 14 de septiembre de 1983, en el seno de una familia judía muy apegada al jazz, Amy Winehouse se crió en los suburbios londinenses de Southgate, donde a los 10 años de edad formó una banda de rap llamada Sweet nÂSour.
Aunque sus padres culpan de la devastación de Amy a su relación con Blake Fielder-Civil, su esposo de 2007 a 2009, lo cierto es que desde sus tiempos escolares se mostraba algo más que una chica traviesa.
Sus conflictos en la arena pública fueron tantos, que no obtuvo la visa para viajar en 2009 a Los Angeles a la ceremonia de los premios Grammy. En verdad, no se perdió gran cosa y en ausencia se convirtió en la sensación de la velada: cinco galardones.
Todo con apenas dos discos exitosos, "Frank" y muy en especial "Back to back", con más de 10 millones de copias vendidas. Al final, para correr la suerte nefasta de otros artistas confrontados igualmente a las drogas y el alcohol.
Como Amy, también se supo en su momento del deceso a los 27 años de los rockeros Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain y Janis Joplin, como si se tratase de una maldición para la edad.
Definitivamente no pudo contra sus demonios. Uno escucha Rehab (Rehabilitación), y se da cuenta de su tragedia persona.
No estoy del todo bien, pero no creo que ninguna mujer lo esté, dijo en una ocasión.
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